

La Plata, 24 Abr (Por InfoGEI).-Desde primera hora del miércoles, el cuerpo de Francisco fue trasladado desde la Casa Santa Marta a la Basílica de San Pedro. Allí, una ininterrumpida fila de personas avanzaba lentamente por la nave central. Silenciosas, muchas con los ojos cerrados en oración, otras llorando, todas unidas por la misma intención: rendir homenaje. Algunos se arrodillaban en señal de respeto, mientras otros murmuraban plegarias con rosario en mano, al igual que las que ahora descansan entre los dedos entrelazados del Santo Padre. (WebCam en vivo) .
Una imagen quedó grabada en la escena: un hombre sosteniendo a una niña pequeña en brazos, hablándole suavemente al oído mientras ella contemplaba, en silencio, el rostro del Papa.
Cerca, los gendarmes permitían el ingreso de personas mayores y con movilidad reducida. Una anciana de cabello blanco se enjugaba las lágrimas mientras se aferraba al brazo de quien la acompañaba.
Testimonios
Francesco, un hombre de raíces apulianas que reside en Roma, se mostró conmovido al salir de la Basílica: “Sentí que debía venir. Francisco me enseñó el valor de la misericordia, y creo que solo a través de ella se puede vivir en paz y ayudar al prójimo”.
Planeaba visitar a sus padres en Apulia, pero primero quiso despedirse del Papa. “Valoré profundamente su lucha por el desarme y por la acogida de los migrantes. Su mensaje contra la guerra debería ser escuchado por las grandes potencias”, dijo, visiblemente emocionado.
Una figura clave en el diálogo ecuménico
Marius Krishan, teólogo ortodoxo de Rumanía, llegó en peregrinación para rendir su homenaje. “Francisco fue central en mi vivencia del ecumenismo”, compartió. Recordó gestos importantes del Papa, como la entrega de las reliquias de San Pedro al Patriarca Bartolomé y su visita a Rumanía, donde se reunió con líderes religiosos y beatificó mártires perseguidos bajo el comunismo. “No podía no estar aquí”, expresó con convicción.
Un legado que trasciende generaciones
Para Miriam, de 14 años, Francisco fue el único Papa que conoció. “Sentí que se cerraba una etapa. Me cuesta asimilar que haya fallecido”, dijo con la voz entrecortada. “Lo que más me impresionaba de él era su sonrisa, incluso cuando estaba enfermo. Transmitía paz”.
Una vida de humildad y cercanía
Annamaria Capasso, oriunda de Nápoles y residente en Roma desde 2013, destacó el lado más humano del Pontífice. “Su cercanía con los más frágiles me conmovió profundamente. Aunque sólo estuve unos segundos frente a su féretro, fue muy impactante”, relató. “Siempre me sorprendió su capacidad para decir cosas complejas con sencillez, especialmente cuando hablaba desde el corazón, como cuando pedía abrir las puertas a los migrantes”. (InfoGEI)Ac