sábado 23 de septiembre de 2023 - Edición Nº4136

POLÍTICA | 4 jun 2023

DEL G7 A LOS BRICS

Cambio estructural en el mapa geopolítico del poder mundial

Casi como un detalle de mal gusto o una amenaza velada en plena escalada contra China en el Pacífico, se llevó adelante en la ciudad japonesa de Hiroshima la cumbre del Grupo de los 7 (G7) que reúne a los principales Estados del Norte Global —el viejo centro o núcleo orgánico del capitalismo mundial. En esta columna, el sociólogo de la UNLP, Gabriel Merino, analiza cómo este selecto club, conformado por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón, viene perdiendo espacio en el comercio internacional.


La Plata, 04 Jun (Por Gabril Merino para InfoGEI).- En el lugar que fuera devastado por un ataque nuclear lanzado por Estados Unidos hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial —el único que ha presenciado la humanidad hasta entonces— se reunió el G7 para definir la agenda y la estrategia a seguir con el fin de definir los destinos del mundo. Pero el problema es que el mundo unipolar ya no existe y los destinos no lo escribe solamente el Norte Global bajo la conducción estadounidense, aunque todavía no ha habido un ajuste en este sentido.

El importante periódico chino publicado en inglés, Global Times, tituló su editorial sobre la reunión del G7 como un espacio que se ha convertido en un taller o conversatorio anti-china (G7 has descended into an ‘anti-China workshop) y no le falta razón a dicha opinión si se lee el documento, que con la impunidad habitual de Occidente interfiere sistemáticamente en los asuntos internos de los demás países. El problema es el desacople entra la nueva realidad del poder mundial y la autopercepción de los integrantes del grupo. La editorial concluye de forma lapidaria y propia de estos cambiantes tiempos: “Aconsejamos a los líderes del G7 que dediquen más tiempo a sus asuntos internos y menos tiempo señalando con el dedo a los demás, lo que puede salvar la reputación en grave deterioro del G7.”

Agenda de G7

Los puntos salientes de la cumbre están en estrecha relación con la disputa geopolítica y la guerra:

1- A partir de 2024 la OTAN abrirá una oficina en Tokio, Japón, alejado de las aguas del Atlántico Norte, pero en el centro de la región central del siglo XXI, Asia Pacífico, en donde EE.UU. busca desde hace dos décadas construir y conducir una alianza similar a la OTAN contra China.

2- El anuncio conjunto de más ayuda militar y apoyo en general a las fuerzas ucranianas pro-occidentales (que la OTAN ya financió con 100.000 millones de dólares desde el año pasado), incluyendo la posibilidad de abastecer con aviones F16 a Ucrania y entrenar pilotos ucranianos. Ello se decide en el marco de la victoria de las fuerzas pro-rusas en la ciudad de Bajmut —parte de una línea defensiva importante para Kiev en Donetsk y centro logístico con valor operacional—, luego de una carnicería de 10 meses, la batalla más importante en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Medidas recurrentes

3- Más sanciones económicas a Rusia.

4- Buscar disminuir la “dependencia excesiva” de China. En este punto hay un debate importante entre los aliados del G7, que expresa contradicciones estructurales. Por un lado, el polo angloestadounidense (representado allí por Estados Unidos, Reino Unido y Canadá) promueven un desacople estratégico con China (decoupling) bajo la mentalidad de nueva Guerra Fría. Por otro lado, el eje europeo continental (Francia, Alemania e Italia) a pesar de su debilidad y subordinación estratégica, resiste avanzar en el enfrentamiento con China y promueven una disminución de lo que denominan dependencia excesiva  y  estratégica, lo cual también se presenta como una estrategia centrada en la disminución de riesgos (derisking). Japón, cuya economía está profundamente entrelazada con la de China, también se acerca a esta última posición. Tanto para Europa continental como para Tokio el decoupling sería desastroso para sus economías, profundizando el declive. Washington y Londres no están pudiendo imponer completamente a los aliados su estrategia contra China. Sobre estas contradicciones opera Beijing, procurando seducir a estos países y mantener dividido al Norte Global.

Su origen

El ‘Grupo de las Siete Potencias Industriales’ o G7 se creó en 1975 como parte de un reordenamiento de la hegemonía estadounidense o anglo-estadounidense luego de la crisis de 1967-1973. Expresó una nueva correlación de fuerzas económicas dentro del centro capitalista a partir del fortalecimiento de Europa occidental (particularmente del núcleo Alemania-Francia-Italia) y de Japón en Asia Pacífico —los dos ‘protectorados’ militares de Estados Unidos pero a la vez centros económicos. El G7 como nuevo espacio de gobernabilidad del capitalismo mundial es un producto del desarrollo de la Comisión Trilateral, que fue fundada por David Rockefeller en 1973, acompañado por su asesor estrella Zbigniew Brzezinski (más tarde Asesor de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter 1977-1981), reuniendo a los representantes de las principales corporaciones de Japón, América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y Europa Occidental. Como en la Santísima Trinidad, Dios es único (en este caso el gran Capital Financiero) pero existe bajo tres personificaciones.

La Trilateral y el G7

En otras palabras, la Comisión Trilateral y el G7 son parte de un mismo proceso que consiste en que los Estados Unidos y sus grupos de poder dominantes con Rockefeller al mando, amplían la mesa de conducción del capitalismo mundial, desde la cual se impulsó y comandó la globalización neoliberal a partir de 1980, y el orden unipolar luego de la caída de la URSS —que en un principio es uno y tres en su núcleo geopolítico y geoeconómico.

Quiebre de la balanza

En 1982 los países del G7 representaban el 50% de la economía mundial medida a paridad de poder adquisitivo (PPA) o el 70% en términos nominales. En contraste, los países que hoy conforman los BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfica— en 1982 representaban en conjunto sólo el 10% de la economía mundial a PPA o poder de compra real, y mucho menos del 10% si la medición es en términos nominales. Es decir, la diferencia de magnitud era notoria, porque además sus empresas transnacionales controlaban el resto de los mercados.

Sin embargo, como se observa en el gráfico esos números que expresan poder económico se han modificado notoriamente: el G-7 ha disminuido su tamaño relativo y ha sido superado por los BRICS desde el año 2020 en el porcentaje del PIB en la economía mundial a paridad de poder adquisitivo, 31% a 32% respectivamente en 2021.

Si bien la brecha todavía es importante en términos de PBI nominal a favor del G7 —44% a 27% respectivamente— esta se va achicando de forma acelerada, a la vez que muestra una pérdida de más de una cuarta parte del PBI mundial por parte del viejo núcleo de la economía mundial. Además, ya no son las mayores potencias industriales: el producto bruto industrial de China, el gran taller manufacturero del mundo, es igual a la suma del productor bruto industrial de EE.UU., Alemania y Japón; a lo que se puede agregar que más de la mitad del producto industrial está en Asia.

(*) Gabriel Merino es Sociólogo y doctor en Ciencias Sociales. Investigador Adjunto CONICET y Profesor en UNLP y Universidad Nacional de Mar del Plata. Miembro del Instituto de Relaciones Internacionales y Co-coordinador de "China y el mapa del poder mundial", CLACSO. (InfoGEI)Ac

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